La conversación se convirtió en “una competencia” acerca de cuánto más te habías demorado en llegar al trabajo, en la cara de enojados que tenían todos y cómo habían hecho cada uno para superar el sueño producto de levantarse 40 minutos antes para evitar los tacos.
Chile es el tercer país de Latinoamérica con mayor cantidad de vehículos por habitante y la Región Metropolitana es la que concentra el mayor número de autos por habitante. Diariamente, millones de personas invierten tiempo valioso en trasladarse. Si cada traslado durara menos de 30 minutos, el desplazamiento de ida y vuelta sería de aproximadamente una hora diaria, siendo un tiempo aceptable. Sin embargo, en la mayoría de los casos los periodos son mayores a una hora, debido a la congestión vial y a la dispersión urbana.
Muchos hemos optado por trasladarnos en bicicleta a nuestros trabajos, lo cual tiene múltiples beneficios tanto como para la salud como para el medio ambiente. Sin embargo, utilizar este medio de transporte tampoco es perfecto.
Pese a que en los últimos años el uso de la bicicleta ha aumentando considerablemente, en el caso de Santiago ha sido un 20%, aún no existen políticas públicas orientadas a construir ciclovías conectadas, no hay espacios seguros para estacionamiento de bicicletas y tampoco se han realizado campañas de educación tanto para automovilistas como para ciclistas que permitan que el traslado en bicicleta sea seguro y responsable.
El derecho a moverse con facilidad por nuestra ciudad debe democratizarse y no reservarse sólo para los que tienen un auto. En otras palabras, las ciudades en las que el espacio público está dominado por el automóvil se transforman en ciudades sin equidad.
Es necesario incorporar la movilidad en bicicleta como un importante eslabón dentro de la cadena para generar ciudades sostenibles, competitivas y con mejor calidad de vida.
Beatriz Astorga
Jefa de marketing y RSE Kibernum