En enero de este año, la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) presentó los nuevos instrumentos y líneas de apoyo que implementarán para fomentar y potenciar un ecosistema que genere más innovación y emprendimiento social en nuestro país. Esto se traducirá concretamente en la creación de fondos de inversión en etapas tempranas tecnológicas de entre US$ 500 mil y US$ 1,5 millón en promedio por propuesta.
Además, según la autoridad, en conjunto con el Fondo Multilateral de Inversiones (Formin) perteneciente al Banco Interamericano de Desarrollo, se buscará impulsar al menos dos fondos del orden de US$ 12 a US$ 15 millones cada uno que incluyan un cofinanciamiento privado de 3 a 1.
No cabe duda que ésta es una gran noticia para quienes buscan, a través de la innovación, otorgar un aporte de valor a la sociedad y es también una invitación para todos los privados a jugárselas por la innovación social, entendiendo esta última, como la generación de procesos para crear e implementar modelos de negocio y proyectos auto sostenibles, principalmente aquellos que promuevan el cambio social a través de ideas inexploradas de alto impacto para la comunidad.
Para las empresas relacionadas con las tecnologías de la información (TI) es un momento propicio para que enfoquen sus planes de apoyo social poniendo énfasis y dando valor en lo que ellas realmente saben hacer, generando proyectos sustentables que se transformen en programas de tecnología a largo plazo, con la mirada puesta en resolver problemáticas a nivel país como el acceso a la educación, a la conectividad, a trabajos más especializados y a todos los beneficios que otorga el desarrollo tecnológico.
La capacidad que tienen las personas de poder acceder al mundo de la informática son cada vez mayores y las limitaciones son casi nulas. La gran cantidad de información y oportunidades que proveen las tecnologías nos permiten además, generar una infinidad de contenidos que nos ayudan a potenciarnos cada vez más como seres humanos y desarrollarnos de mejor manera en nuestro trabajo. Sin embargo, en nuestra sociedad aún existe un sector que esta carente de este tipo de tecnología, que no la conoce, no la maneja, por lo tanto queda fuera de acceder todas sus posibilidades.
La innovación social dentro del sector TI, debe buscar que las personas, especialmente las de escasos recursos, sean capacitadas vía cursos, talleres, programas, trabajos de campo y consultorías por expertos en la materia y con contenidos que permitan producir trabajos sustentables. Es decir, que no solo sea un aprendizaje durante el proceso, sino que también les pueda servir a mediano o largo plazo como una fuente de ingreso.
Iniciativas que cobran valor, sobre todo si tenemos presente los bajos resultados que arrojó el SIMCE TIC del año 2013, que señalan que el 70% de los escolares solo realizan tareas básicas, como abrir un link, insertar o recortar una imagen, copiar información en una celda o hallar material específico en el universo web, grupo dentro del cual, el 71,4% pertenece al sector socioeconómico más bajo.
Cifras que se suman el contraste que muestra el actual escenario que vive la industria, que por un lado indica que en los próximos años la demanda por técnicos y profesionales TI aumentará en un 34%, vale decir, más 94 mil informáticos serán requeridos en el mercado nacional, versus la cantidad de egresados de estas carreras que en los últimos 5 años ha disminuido en un 20% según cifras de la Asociación Chilena de Empresas de Tecnologías de la Información (ACTI).
Concientes de esta realidad, Kibernum está implementando proyectos de innovación social con el objetivo de que las personas de escasos recursos puedan acceder a las tecnologías de la información, se relacionen con ella y puedan adquirir las herramientas básicas que les permita desarrollarse en el área de manera permanente.
Por lo tanto, el desafío de la innovación social en la industria TI está en generar proyectos de informática sustentables, aportando en lo que realmente sabe hacer, gestionar tecnología. Desafío que se transforma en la responsabilidad de compartir el conocimiento en pos del desarrollo integral de las personas, las comunidades, la industria y el país.